lunes, 11 de marzo de 2013

La intimidad en la UCI


La unidad de cuidados intensivos es una de las plantas de hospitalización más peculiares del hospital. Llevo solo un par de días realizando mis prácticas de enfermería en la UCI del Hospital Universitario de Móstoles. Sin duda, poco tiempo para haber reparado en todo lo que hay y haber vivido suficientes experiencias. Aún así, es tiempo suficiente para empezar a ver lo que allí se vive y, como no, empezar a reflexionar sobre lo que veo. Nada más llegar a la planta uno se da cuenta de que mientras que el resto de plantas guardan muchos parecidos, tanto en la parte estructural como en el modo de trabajar (a pesar de que cada una tenga sus diferencias y sus especialidades) la UCI difiere prácticamente en todo con ellas. Una de las primeras cosas en las que me fijé al entrar fue en la estructuración de las habitaciones y del control.
En estas plantas están ingresados pacientes que necesitan una monitorización continua por su delicado estado de salud. Por ello, los espacios son mucho más abiertos, de modo que el personal pueda ver siempre a los pacientes, con el objetivo de poder actuar con rapidez en el caso de tener lugar alguna situación urgente. Las habitaciones, individuales, están hechas con cristaleras, para poder ver desde el control lo que en ellas ocurre. Algunas de estas habitaciones, por la estructura del edificio no se ven bien, de modo que disponen de cámaras de vídeo que graban al enfermo en todo momento, enviando las imágenes al control.
Toda esta estructuración facilita en gran medida la atención a las personas ingresadas, pero por otro lado, merma su intimidad. Pero, ¿a qué me refiero con intimidad? Existen múltiples definiciones de intimidad, llegando todas al punto común de referirse a la parte privada de cada persona. En ella está envuelta la parte física y la emocional. Cada persona vivencia la intimidad de una manera diferente dependiendo de su cultura y de sus experiencias previas, por lo tanto, habrá que buscar siempre la forma de individualizar, tratando con ello de mejorar la calidad y el bienestar de las personas que cuidamos.

Antes de llegar a la UCI tenía la idea de que la mayoría de los pacientes (o todos), estarían con un nivel de conciencia muy bajo, ajenos a lo que allí ocurría, sin embargo, esto está muy lejos de la realidad. Aun muchos de los pacientes tengan en su tratamiento fármacos como el midazolam y el cloruro mórfico, que actúan como sedantes, para poder adaptarse mejor al apoyo mecánico ventilatorio (que es incómodo y doloroso), no significa que no sean conscientes de lo que ocurre a su alrededor. Las personas pueden estar sedadas y aún así conscientes y orientadas, siempre dependerá del nivel de sedación que se quiera conseguir según el estado físico en el que se encuentren.

Sabiendo todo esto, los enfermeros, no debemos olvidar que nos encargamos de cuidar a las personas abarcando las tres esferas (bio-psico-social). Con los avances tecnológicos, a veces, olvidamos tratar a las personas como lo que son, personas. Nos dejamos cegar por las técnicas y los aspectos biológicos, pasando a un segundo plano, igualmente importante, la parte psicológica y social. Dentro de esta parte psicológica se encuentra el concepto que antes he mencionado, la intimidad. Los pacientes están muy expuestos a las miradas del resto de personas que hay en la planta, tanto personal del centro, como personas ajenas a él. Muchos de ellos, en un estado más grave, no visten ningún tipo de prenda y son totalmente dependientes, por lo que debemos de tener cuidado con cómo les aseamos y en qué condiciones les dejamos en la cama, pues de nosotros depende que se respete su intimidad.
La desnudez física es uno de los estados que más incomodan a las personas. Poniéndome en el lugar de las personas que están allí, a las que se ayuda para el aseo y que pasan su estancia mayormente sin ropa, me resultaría muy incómodo, generándome una sensación de desprotección continua, que mezclada con el estado precario de salud se haría insoportable. Aún así, sorprende un aspecto común que tienen estos pacientes: el de anteponer su salud a su bienestar emocional. Son conscientes de la vulnerabilidad de su salud y de que estar en esa situación de desnudez es una medida temporal que facilita el manejo de este tipo de estados, aunque pueda resultar desagradable. Siguiendo el orden de la pirámide de Maslow, ellos mismos valoran más sus necesidades básicas, dejando el resto de aspectos para cuando estas necesidades estén cubiertas. Es un aspecto interesante, que vendría a resumirse con ese concepto de la pirámide de Maslow, en el que se empiezan satisfaciendo las necesidades fisiológicas de la base de la pirámide y subiendo hasta las de autorrealización según se van supliendo cada uno de los niveles. Si bien, este concepto, no implica que por ello haya que olvidarse por completo de los niveles superiores de la pirámide, ya que se pueden tratar de satisfacer a la par con los niveles inferiores.


Queda en manos del personal conseguir que durante la estancia de las personas en la UCI, se resguarde su intimidad. Para ello contamos con medidas físicas y con medidas comunicativas, que llegan a ser más influyentes. Como medidas físicas existen persianas en todas las cristaleras, para impedir que el resto de personas que se encuentran fuera de la habitación vean lo que ocurre dentro. Cada vez que se entra a realizar algún cuidado que requiera invadir la intimidad del paciente es recomendable cerrar la puerta de la habitación y correr las persianas para que se sienta más seguro. Además, se puede posicionar las sábanas de modo que estén cubriendo siempre en parte a la persona. Tendemos a retirar por completo las sábanas cada vez hacemos los aseos y otras técnicas, dejando a las personas en un estado de indefensión total. Por lo general, casi todas las personas reaccionan a este tipo de actuaciones con malas caras o intentando taparse tal y como pueden. Solo algunas manifiestan verbalmente su malestar, pero con sus gestos es suficiente para entender como se sienten en este ámbito. Por otro lado, ofrecer información sobre lo que vamos a hacer y pedir permiso genera mayor confortabilidad. Es muy violento llegar a un paciente y descubrirle por completo de buenas a primeras, tanto para el como para el personal, sin haber cruzado ninguna palabra. Si pensamos en ello, es una imagen muy perturbadora que alguien llegase a nuestra habitación mientras estamos dormidos, nos destapase y empezase a movernos de un lado para otro. Como es normal nos pondríamos a la defensiva. Ahora bien, si una persona se encarga de presentarse y de explicar lo que va a hacer, dejando claro que es parte de una serie de cuidados para mejorar nuestro bienestar, nuestra reacción cambiaría. Se consigue muchas veces más cambios positivos con la comunicación que con el resto de técnicas existentes, sobre todo tratándose de pacientes que están la mayor parte del tiempo tan aislados y solos. Podría parecer que porque el paciente no puede hablar, nosotros, como personal, tampoco tendríamos porque hacerlo, cuando es al revés, convendría muchas veces que hablásemos el doble con ellos.     

Seguramente las unidades de cuidados intensivos sean las plantas de hospitalización donde más riesgo haya de deshumanizar a los pacientes. La afluencia de máquinas puede distraernos de que a quien realmente tratamos es a personas. Es recomendable ponerse de vez en cuando en la piel de los pacientes, para mejorar nuestro trato hacia ellos. En definitiva, tendríamos que cuidar a nuestros pacientes pensando antes como nos gustaría que nos trataran nosotros. Cuidando el confort tanto físico, como emocional. 


BIBLIOGRAFÍA:
  • Amorós Cerdá S.M, Arévalo Rubert M.J, Maqueda Palau M, Pérez Juan E. Percepción de la intimidad en pacientes hospitalizados en una Unidad de Cuidados Intensivos. Enferm Intensiva [Revista en Internet]. 2008 [consulta el 7 de marzo de 2013]; 19(04)103-203. Disponible en: http://apps.elsevier.es/watermark/ctl_servlet?_f=10&pident_articulo=13130040&pident_usuario=0&pcontactid=&pident_revista=142&ty=147&accion=L&origen=elsevier&web=www.elsevier.es&lan=es&fichero=142v19n04a13130040pdf001.pdf
  • López Espuela F, Moreno Monforte ME, Pulido Maestre ML, Rodríguez Ramos M, Bermejo Serradilla B, Grande Gutiérrez J. La intimidad de los pacientes percibida por los profesionales de Enfermería. NURE Inv. [Revista en Internet]. 2010 May-Jun. [consulta el 7 de marzo de 2013]; 7(46). Disponible en: http://www.fuden.es/FICHEROS_ADMINISTRADOR/ORIGINAL/orig_intimidad_46842010103923.pdf 

1 comentario:

  1. Hola Esther,
    Para ser tu primera entrada está muy bien.
    Me gusta porque hablas de un aspecto del paciente que muchas veces se nos olvida, siendo muy importante.También me ha gustado porque haces referencia a la valoración de las necesidades de Maslow.
    Muy buena entrada, sigue así.
    Nos vemos, Mónica.

    ResponderEliminar