miércoles, 10 de abril de 2013

¿Críticos o paliativos?


Se estima que cerca del 20% de los pacientes ingresados en la UCI fallecen. No todos los pacientes pueden llegar a recuperarse de su patología, pasando sus últimos días en la planta. Algunas de las personas que ingresan en la planta, lo hacen con enfermedades progresivas e incurables, siendo su expectativa de vida muy baja. Muchas veces son casos en los que, la propia enfermedad de base u otra patología diferente, han generado una situación repentina y agresiva de empeoramiento de la salud, poniendo al paciente en un estado que requiere de cuidados críticos para mantener su vida. A veces, no se puede superar esta situación repentina y que el paciente se vaya de alta, quedándonos con el dilema de qué hacer, cuando aún así se le puede mantener con vida mediante los tratamientos, aún a sabiendas de que no sobrevivirá sin ellos o en un periodo largo de tiempo. Dependiendo de la patología y de su evolución, pueden alargarse mucho los últimos días de vida, mediante las terapias utilizadas, aún cuando la persona no presenta posibilidades de recuperación. Ha sido un tema muy comentado en los medios de comunicación, entre los que se puede destacar el de aquellas personas conectadas a ventilación mecánica invasiva, durante periodos de tiempo que casi parecen infinitos, sin posibilidad alguna de vivir sin estas terapias, o el de la realización de la RCP a según que pacientes, que pueden salir de la parada pero en unas condiciones fatídicas. Por supuesto, para este tipo de temas hay multitud de opiniones y no se verá del mismo modo cuando se trate de un familiar a cuando se trate de una persona desconocida. Como enfermeras tendremos que tener muy en cuenta este último punto, para entender plenamente las decisiones y comportamientos de los familiares y saber como llevar el tema una vez llegado el momento. Nuestra posición tendrá que ser siempre los más objetiva posible, buscando el bienestar del paciente.    

La línea que diferencia a un paciente candidato de cuidados críticos, a uno candidato de cuidados paliativos, puede ser muy fina. Los cuidados paliativos buscan que las personas tengan la mejor calidad de vida antes de la muerte. En principio, en todas las unidades se debería tratar con este objetivo y sería lo ideal, pero parece obvio el contraste que hay con las unidades de cuidados intensivos, por todos los procedimientos de mantenimiento de la vida, que generan tanto disconfort y estrés en las personas. Con esto no quiero decir que en este tipo de plantas se obvie la calidad de vida de los pacientes, pues se valora que los tratamientos que se proveen no tengan más riesgos que beneficios y también se dan unos cuidados para mantener su bienestar. Aun así, es una planta en la que se realizan una variedad de tratamientos muy agresivos para las personas. Esta gran cantidad de técnicas y de tecnología para el mantenimiento de la vida, puede cegarnos de cosas más importantes una vez llegados al extremo de los pacientes sin posibilidad de curación. Una amplia formación y la experiencia son fundamentales para detectar estos casos lo antes posible, para impedir el encarnizamiento terapéutico y que las personas sufran innecesariamente.    

Se ha dado el caso en la planta de una paciente, que tras varias semanas ingresadas, se llegó a una limitación del esfuerzo terapéutico. La mujer llevaba semanas en un estado en el cual no mejoraba nada a pesar de todos los tratamientos que se habían puesto hasta el momento. La paciente llevaba ingresada desde que comencé mis prácticas en la UCI y desde entonces, había empeorado su estado, hasta encontrarse con ventilación invasiva, totalmente dependiente de ella para poder respirar, manteniendo las constantes gracias a los fármacos administrados y sedoanalgesiada. Su enfermedad la había llevado a un punto en el que ya no se podía hacer más por ella. Llegados a este punto, después de haber ofrecido a la familia, a lo largo del tiempo que estuvo ingresada, toda la información conveniente, se planteó la limitación del esfuerzo terapéutico.

La limitación del esfuerzo terapéutico no es algo que se decida de la noche a la mañana. Consiste en retirar los tratamientos que no proporcionan beneficios al paciente y se procede a ello una vez que se ha visto la evolución del paciente y hacia donde van encaminados los deseos de los pacientes y las familias. No siempre todos los tratamientos resultan efectivos o el ligero beneficio que proporciona es mucho menos a todos los inconvenientes o complicaciones que pueden suponer.
Llegados a ese extremo en el que se ve que no se puede hacer nada más por el paciente, en el punto de curarlo, y que con los tratamientos que se le están ofertando solo se consigue alargar la agonía de ese paciente, se llega a la conclusión de que lo más apropiado es pasar a ofertar unos cuidados, en los que el objetivo ya no es conseguir la mejoría clínica, sino mejorar su confort y que tenga mejor calidad de vida.

            Tal vez, en algunos casos, como el de esta mujer, hubiese sido más conveniente unos cuidados de tipo paliativos. Sin embargo, el traslado a una unidad de este tipo hubiese sido mucho más traumático, que mantenerla en la planta. Por este motivo, es importante que el personal también esté preparado para saber actuar del mejor modo en estos casos. Las unidades de paliativas están especializadas en estos temas y ofrecen unos cuidados más acordes, pero no quiere decir que en el resto de sitios no se puedan hacer igual de bien.

Hay que cuidar de no caer tampoco en el extremo contrario de "dejadez", en el que se retiren cuidados y tratamientos de los que se puede beneficiar, al saber que se encuentra en una situación irreversible. Tenemos que tener cuidado al no proporcionar un tratamiento al intentar evitar el encarnizamiento terapéutico, ya que podría salvar la vida a un paciente. Además, por estos pacientes se siguen pudiendo hacer cantidad de acciones para que pasen sus últimos días de la forma más digna, de modo que no implica que se deje sin ningún tipo de atención a estas personas.

            En el caso de la mujer que comentaba, se retiraron muchos de los fármacos y de los cuidados. Además se permitió la presencia continua de la familia. Sin embargo, se continuaron con algunas terapias que desde mi punto de vista, viendo la inminente evolución de la paciente eran innecesarias Una de ellas por ejemplo era la continuación de la nutrición parenteral. El motivo que dieron para no suspenderla fue que la familia podría escandalizarse por el concepto de estar dejando a la mujer morir por desnutrición. Es cierto, que en prácticas anteriores, el tema de la suspensión de la alimentación es muy difícil de aceptar para las familias, por esa especie de idea de “come mucho y te pondrás fuerte y bueno”. Sin embargo, la nutrición en estos puntos ya no aporta ningún beneficio, aunque también es cierto que, al tener la mujer una vía central ya canalizada, tampoco le supondría un gran inconveniente. A pesar de todo, no creo que esté de más hablar con la familia para que comprendan todo esto.  

Algunos pacientes que ingresan en estas condiciones disponen de las últimas voluntades, entre las que se suele incluir sus deseos respecto a la reanimación y al uso de medidas agresivas para el mantenimiento de la vida. Desgraciadamente, no todos los pacientes cuentan con este documento, encontrándonos los sanitarios ante una situación controvertida cuando el paciente es incapaz de tomar o comunicar su opinión respecto a este tema. Cuando ocurre esto suelen ser los familiares los que se encargan de tomar las decisiones, tomando la voz del paciente. En estos casos debemos poner a disposición de la familia toda la información oportuna, para que puedan decidir del modo más objetivo posible. Podría surgir cierta controversia en que sean los familiares los que tomen este tipo de decisiones por disminuir su propia agonía, pero no hay que olvidar que cuando cuidamos no solo cuidamos al paciente, sino a él en su entorno, lo que incluye la familia. Aun así, el personal, tendremos que decidir cuando realizar un tratamiento, guiándonos según los principios de beneficencia y de no maleficencia, planteándonos si con los tratamientos conseguimos algún tipo de beneficio y si sería mayor a los inconvenientes.

En resumen, me gustaría quedarme con la conclusión de que, aunque la medicina ha avanzado mucho y cada día avanza más, ofreciendo más oportunidades de supervivencia, que años atrás no se podrían haber imaginado, eso no significa que sea una ciencia omnipotente. Como todo, tiene sus limitaciones. Además, por suerte o por desgracia, todos somos mortales, pero no hay que ver la muerte como algo malo a evitar a toda costa, sino como una última fase a la que todos llegaremos un día y que ni la medicina puede evitar. Llegados a este punto en el que la vida toma su fin, solo nos puede quedar tratar de morir con la mayor dignidad y calidad posible, algo que con tantos avances médicos y tecnológicos, se nos puede pasar de largo. 

Por último dejo aquí [http://www.youtube.com/watch?v=8Zrw61WiBiQ] el link de un corto, "La dama y la muerte", muy digno de ver, que refleja el tema del encarnizamiento terapéutico.




BIBLIOGRAFÍA

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