martes, 2 de abril de 2013

Aislamientos


Durante estas semanas una de las incidencias llamativas de la planta ha sido el aumento del número de aislados.  El aislamiento consiste en prevenir el contagio de enfermedades infecciosas entre los pacientes y el personal, mediante el uso de distintos métodos de protección. Las infecciones pueden ser comunitarias o nosocomiales. Las infecciones comunitarias son aquellas que se adquieren fuera del ingreso hospitalario. Las infecciones nosocomiales son aquellas que se producen a partir de las 48 horas de ingreso y que están causadas por los cuidados sanitarios. Cuando el paciente ingresa, es importante conocer las infecciones que pueda haber adquirido en la comunidad, para tomar las medidas necesarias para evitar el contagio con el resto de los pacientes y el personal de la planta y ponerle tratamiento. Sin embargo, para enfermería es inclusive más importante el tema de las infecciones nosocomiales, ya que está en nuestra mano el evitar que aparezcan. Siendo la UCI la unidad con mayor prevalencia de infecciones nosocomiales dentro de los distintos servicios hospitalarios, conviene tomar medidas para que estas cifras disminuyan. Este hecho es debido a que los pacientes de este tipo de unidades tienen un estado de salud más frágil, estando muchas veces privados de las defensas naturales del cuerpo, sumado a los dispositivos invasivos de los que se hace uso, que abren más puertas de entrada a las infecciones.

Por desgracia evitar la aparición de este tipo de infecciones no siempre está en nuestra mano. Las enfermeras no somos las únicas que entramos en las habitaciones de los pacientes Médicos, auxiliares, nutricionistas, fisioterapeutas, técnicos de rayos, celadores y familiares están continuamente entrando en la habitación, pasando muchos de ellos a otras habitaciones. Algunas de estas personas que acceden a las habitaciones, pueden no estar familiarizadas con las medidas de aislamiento e higiene. Siempre que se aísla a un paciente se detalla en la puerta el tipo de aislamiento que es y las medidas a llevar a cabo, poniendo a disposición de la gente el material necesario, pero no siempre las personas se dan cuentan de este tipo de información. Aun así, como enfermeras, está en nuestras manos educar respecto a las medidas higiénicas. El objetivo principal que tendremos como educadores serán los familiares, que, al fin y al cabo, son los que menos información tendrán a su disposición y seguramente, los que más preocupados se hallen con este tema. Como mínimo deberemos explicar a las familias el mecanismo por el cual se transmite la infección, cómo manejar el material  de protección y la forma de realizarse el lavado de manos.

Durante mi segunda semana de prácticas, a tres de los pacientes que llevaban en la planta varios días, se les halló infecciones, ya existentes en la planta en otros pacientes. Dos de ellos habían adquirido SAMR y el otro E.Coli. El hecho de que estos pacientes adquiriesen estas infecciones muy posiblemente fue debido a fallos a la hora de tener en cuenta las medidas de aislamiento. Se estima que una proporción de las infecciones nosocomiales no son evitables, pero la mayor parte si lo son y se transmiten a lo largo de la higiene o durante el tratamiento del paciente.

Uno de los días, a uno de los pacientes, que se había contagiado con SAMR, se le cambió de habitación para que estuviese más alejado de los pacientes colonizados con E.Coli, para minimizar el riesgo de contagio. De este modo, los pacientes afectados por una de la infecciones quedarían en un lado de la planta y los pacientes afectados por otra de la infecciones en otro. Después de haberse tomado esta decisión en la planta, me planteo: ¿Cómo puede afectar el traslado al paciente? ¿Es adecuado trasladar a un paciente que se encuentre aislado por la planta? ¿Es efectivo el hecho de alejar en el espacio a un paciente para que no se contagie de otras infecciones?

El paciente al que se trasladó se encontraba bastante estable. Aun estando siendo tratado con ventilación mecánica invasiva, era capaz de respirar por si mismo, manteniendo unas constantes estables. El traslado no solo lleva consigo el mover a un paciente de una habitación a otra, sino que hay que moverle con monitores, bombas de infusión, ventilador y todo aquello de lo que disponga y sea necesario. Esto implica un gran despliegue de personal, que aseguré cada una de las maquinas y por supuesto, al propio paciente. Se corre el riesgo de que alguno de los equipos se desconecte, poniendo en riesgo la estabilidad del paciente. Por ejemplo, con este paciente, mientras se le trasladaba se le iba ventilando manualmente con el ambú, ya que no se dispone en el hospital de ventiladores con batería que se puedan mover. Pero debido al tamaño del pasillo y a la colocación, durante un pequeño tramo resultaba imposible que una persona estuviese a su lado ventilándole. Como éste paciente podía respirar por si mismo y el tiempo que se le mantenía sin ventilar era mínimo, no supuso ningún problema para él. Sin embargo, teniendo estas cuestiones en cuenta, de haber sido otra persona con mayor gravedad, no hubiese sido aconsejable. Además, no deja de ser una experiencia estresante. En el caso de pacientes que se encuentren muy inestables y que el hecho de ser trasladado, aún siendo un trayecto corto, pueda comprometer su estado de salud, habría que plantearse si los beneficios obtenidos son mayores a los prejuicios que se podrían originar.

Según la evidencia disponible, los traslados de los pacientes con aislamiento de contacto, deben minimizarse al máximo posible, reduciéndose a aquellos imprescindibles, como por ejemplo, para realizar pruebas diagnósticas. En el caso de trasladar al paciente, deberían hacerse tomando siempre precauciones para evitar que se propague la infección, yendo el paciente y el personal en todo momento protegidos con bata, guantes y mascarilla.
Está recomendado dejar a los pacientes que se han diagnosticado de E.Coli o de SAMR en habitaciones individuales, para así no compartir un espacio y objetos con personas que no hayan sido infectadas. Dentro de las medidas más efectivas para evitar la propagación se encuentra el lavado de manos antes y después de entrar en cada una de las habitaciones, ya no solo con aquellos pacientes que se encuentren aislados, sino también con los que no se lleve a cabo esta medida. De este modo se minimiza la posibilidad de que las manos sean la fuente en la cadena de transmisión, una de las principales fuentes de infecciones nosocomiales. Poco a poco van calando más en el personal este tipo de precauciones, pero no todo el personal es preparado tan concienzudamente, pudiéndose obviar en algunas ocasiones. El problema de no hacer estos simples gestos, implica que se extiendan con mayor rapidez los virus y bacterias que originan estas infecciones, convirtiendo en inútil la medida de dejar a los pacientes en habitaciones individuales. Por ende, si no se ponen en práctica todas las recomendaciones, cambiar a un paciente de una habitación a otra, más alejada del foco de infección, no serviría de nada, ya que seguiría siendo susceptible del contagio.


BIBLIOGRAFÍA



1 comentario:

  1. Hola Esther,
    Me parece muy acertada tu reflexión y ,como tu dices, siempre se tiene en cuenta beneficio-riesgo.

    Simplemente para que lo sepas, si existe un respirador de transporte en el servicio, pero para desplazamientos cortos se utiliza el ambú. Pero si tuvieras que desplazarte al tac, lo harías con el respirador de transporte.

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